No pueden ni imaginarse la cantidad de lápices que
he perdido a lo largo de estos… treinta y… ¿cuarenta? Bueno, la verdad es que
ya ni recuerdo cuando nací; tranquilos, no se preocupen, seguramente sea efecto
de la yerba. ¿Han probado a fumar un buen porro antes de hacer el amor? Os lo
aconsejo, será divertido. Siempre he pensado que las nuevas experiencias son
las que nutren y nos llenan de vida, pero no se fíen de este viejo tonto… o
joven. Creo que estoy volviendo a enrollarme, ¿verdad?
Otra vez me echaron del bar. Era de esperar,
la verdad. Me gusta pensar que llega la hora del cierre y no tienen más
remedio. Tic tac.
Poco a poco la gente iba desapareciendo de las
calles; hasta los más jóvenes que siempre permanecían despiertos acababan regresando
a sus casas a descansar, a dormir o, lo que es lo mismo, a soñar. Tic tac, tic tac. Sin embargo, yo seguía deambulando –sin motivo alguno, todo hay que
decirlo- por aquellas callejuelas ya familiares tras años de hielos, humos,
gritos y soledad (eso es lo más duro; ahogado por la soledad).
A mis años –vale, no sé cuántos exactamente
pero siempre he querido decir eso- uno deja de vivir para profundizar en el
arte del sufrimiento. No pueden ni imaginarse la cantidad de lápices que he
perdido a lo largo… bueno, y de tiempo buscando las ideas que escribir con
ellos. Llevo desde el instante en que fui consciente de la presencia de mi
sombra en este mundo sin dormir, sin poder cerrar los ojos y dejarme llevar en
vez de centrarme en querer dormir, y no lograrlo, y frustrarme, y centrarme en
dormir –duérmete, duérmete, duérmete,
duérmete…-, y seguir despierto, y desesperarme, y llorar, y seguir
despierto, y querer morir para dormir. Tic tac, tic tac.
¡Cómo voy a escribir si no sueño! ¡Cómo voy a
soñar si no duermo! ¿Cómo voy a dormir si no sueño? ¿Cómo voy a crear mundos,
conflictos y movimientos si solo veo las sombras pereciendo que mis ojos tiñen
en este mundo? Y encima nunca se me dio bien soñar despierto, a pesar de lo que
dijese esa estúpida profesora y mi padre… sí, él también se equivocó conmigo.
Al
principio era el folio en blanco. Sí, en blanco al principio y al final. Tic tac. Por
todas partes. Nada. Vacío. Y luego lleno, pero vacío a fin de cuentas. Lleno de
la mierda de otros, no de la mía. ¿Por qué tuve que tener aquella maravillosa
idea? Joder. Debe existir una técnica, me dije. Tal vez la enseñaron en la
escuela y no me enteré, me dije; claro, fue cuando fingí estar enfermo y no fui
a clase. Les expiaré y les imitaré, me dije. Joder. Me he pasado las últimas
semanas metiéndome en casas ajenas para ver a la gente dormir. Luego llegaba a
mi odiosa cama y hacía lo mismo que ellos, pero aquí me tenéis; buena
deducción: sigo despierto. Tic tac. Y a estas alturas me diréis: ¿de qué mierda me estás
hablando? Pues de sus mierdas, coño. Durante aquellas semanas contemplé los
rostros de centenares de personas, estudié sus movimientos, sus ronquidos, y
hasta tuve que aguantar alguna que otra ventosidad por parte de algunos (putos
guarros), y lo que no percibía era cómo iba al mismo tiempo asimilando sus
sueños, sus imágenes… por eso lo que escribo no me pertenece, no me conmueve, tic tac, no es
arte; mi creatividad sigue siendo nula pues mis ideas quedaron impregnadas de las suyas, y mis esperanzas de llegar a ser
escritor se esfuman para ser un mero ladrón de ideas.
¿Saben cuánto tiempo aguanta
el ser humano sin dormir? Yo tampoco, pero creo no ser humano. ¿Y cuánto puede
vivir alguien sin ganas de vivir? Si algún día lo saben, buscadme, por favor.
¿Hoy no os estaré aburriendo, verdad?
De nuevo en la calle. Ya cierran el bar. Tic tac.
¿Saben qué? Decidí regalar a
sus propietarios las ideas y sueños que escribí. No me sentía cómodo
teniéndolos en el cajón. ¡Qué ingenuos! No podéis imaginaros cómo se alegraban,
se emocionaban al ver plasmadas en unas hojas todas sus esperanzas, sus atisbos
de felicidad, como si eso hiciese realidad sus sueños. Siguen siendo los mismos
inútiles de siempre con las mismas rutinas que acaban dejándolos sin fuerzas
para que permanezcan en la misma tortura. Tic tac, tic tac. Y luego yo
soy el que no encaja en este mundo.
Pensé en dedicarme a ello. El primer comprador de sueños de la historia; suena bien... bastante comercial, como le gusta a la gente.
La verdad es que hace frío.
¡Cómo cambian las vistas desde aquí arriba! ¿Para qué abrirle a la gente las
puertas del infierno? ¿Para qué darles esperanza? Como ya os dije, pensé en
dedicarme a ello, pero al mundo le basta con un desgraciado… no quiero abrirle
los ojos a la gente. Tic. Tic. Tac. Desgraciado. Marginado. No encajo. ¿Han oído hablar
de la teoría del soñador soñado? Dicen que cuando soñamos somos los
protagonistas del sueño, pero también los directores y espectadores. Tic. ¿Cómo es
posible que seamos los protagonistas, los directores y los espectadores al
mismo tiempo? Algunos han llegado a la conclusión de que quizás nosotros seamos
los soñados… soñadores soñados. Tac. Nunca había subido a esta azotea. ¡Qué vistas!
Es hora de despertar.
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