jueves, 11 de diciembre de 2014

Cadáver exquisito I



                   Allí comenzaron las andanzas de Popeye junto a su preciosa estrella que parecían él y ella; acostados, mirándose y bebiendo café hasta que un día decidió no dejarla nunca...más seis hermanas que le hacían la cama. Después se dio cuenta de que nada era verdad. Empezó a reírse, a llorar y a morir de soledad; cómo sonaban todas sus caricias y mentiras. Se acostó con su sombra durante años, nadie le quería como nunca, pero nunca salió bien. Siempre ganaba al ajedrez. Su padre le enseñó día y noche, hora y segundo, guerra y tregua. Pidió un beso de despedida y otro de reencuentro; así todo continuó igual, siempre y cuando ellos cambiaran.



                                                                                              Nina y Rarahuetes.





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