jueves, 11 de diciembre de 2014

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                  No hay nada más hipnotizante como un papel quemándose.
                  No hay más que observar la gran diferencia abismal que hay entre el humo que desprende y el humo que yo exhalo: difuso, huidizo, tenue... Y es, entonces, cuando se va una parte de mí; sigo sin saber si cada vez que ocurre, pierdo o gano (algo).





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